El control de calidad en la industria alimentaria está ahora bien establecido, y los consumidores no buscan alimentos que no hayan sido sometidos a pruebas de seguridad alimentaria.
Cuando pensamos en una fábrica de cerveza, el razonamiento debe (o debería) seguir la misma línea de pensamiento.
Todos los parámetros de calidad de una cerveza pueden evaluarse en un espacio dentro de la fábrica, que es el laboratorio de microbiología.
Este espacio reviste una importancia fundamental para las cervecerías que dan prioridad al control de calidad de sus productos.
El mito del laboratorio de microbiología de alta tecnología
Generalmente, la palabra "laboratorio" se utiliza para referirse a un lugar que cuenta con equipos muy complejos, caros y difíciles de controlar.
Sin embargo, para que las cervezas de una cervecería tengan realmente la calidad esperada, es necesario desmitificar este concepto.
Un laboratorio de microbiología sencillo pero eficiente podría contar sólo con un microscopio óptico, un horno, un frigorífico, un autoclave y un microondas.
Este equipamiento, combinado con un pequeño equipo, ya permite realizar numerosos análisis microbiológicos, así como la calidad de la levadura, garantizando que cada lote producido cumpla los parámetros de calidad determinados por la fábrica.
La microbiología desempeña un papel extremadamente importante en la cerveza, y es responsable en gran medida de garantizar las características sensoriales adecuadas en una cerveza, así como de todo el proceso llevado a cabo por las levaduras.
Por lo tanto, introducir la microbiología en una fábrica no es complejo, y la inversión necesaria para implantar este control de calidad dará sin duda buenos resultados en poco tiempo.
Desde el punto de vista del consumidor, saber que esta fábrica utiliza métodos de control de calidad genera sin duda una mayor credibilidad entre los clientes.
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