La cerveza es un producto muy tradicional, ¿verdad? No siempre. La rubia helada de nuestra imaginación ha dado paso a morenas, pelirrojas, castañas... Y eso es bueno. Para nosotros, el mero hecho de disponer de muchos estilos de cerveza ya es una innovación. El mercado de las cervezas especiales ha crecido a pasos agigantados, incluso en un momento en que la mayoría de los sectores están en crisis.
Para mantener esta curva de crecimiento en la pendiente ascendente, el papel de la innovación es importante. Hablamos de un consumidor que busca novedades, experiencias, historias y compromiso. No podemos ir despacio si queremos atender a este público. Pero, ¿cómo innovar en cerveza?
En primer lugar, están las opciones obvias, como utilizar productos regionales en las recetas. Si queremos, también podemos ponernos elegantes con las etiquetas y los envases. Profundizando un poco más en la tecnología cervecera, podemos pensar en nuevos procesos que den lugar a menores costes de producción o a productos completamente distintos.
También existe la posibilidad de cambiar los modelos organizativos, invirtiendo un poco la lógica de producción y distribución, como hacen las cervecerías gitanas. También existe la posibilidad de crear productos derivados de la cerveza, como jabones, helados, especias y cócteles.
Lo que tiene que quedar claro es que no vendemos un producto. Vendemos la idea de un mundo mejor, valorando la producción local, la historia que hay detrás de cada producto y nuevos aromas, sabores y texturas. No vendemos un líquido, vendemos un sueño. ¿Por qué no innovar regalando a nuestro padre todo esto en este domingo tradicional?